Los gránulos o nódulos de kéfir están constituidos por una serie de levaduras y bacterias que viven en simbiosis (no se trata de ningún hongo como muchas personas creen), estos gránulos están unidos formando unos ramilletes de masa gelatinosa.
Aunque pueda parecer que se trata del mismo alimento, el kéfir no es lo mismo que el yogur. Además de su aspecto, el kéfir es mucho más líquido que el yogur, también difieren en el sabor, el kéfir es más ácido, debido a que las fermentaciones que sufren uno y otro son distintas y, por lo tanto, sus propiedades también lo son. Así, mientras en el yogur se produce una fermentación láctica mediante la cual la lactosa de la leche se transforma en ácido láctico; en el kéfir la fermentación es lactoalcohólica, además de ácido láctico se produce anhídrido carbónico y alcohol, este último en una proporción mínima (en torno a un 1%, prácticamente despreciable).
Una vez que los nódulos de kéfir han fermentado la leche, se obtiene la leche kefirada de aspecto similar al yogur líquido pero ligeramente más ácida. Para prepararla tenemos que mezclar en un recipiente de cristal una cucharada sopera de granos de kéfir en un vaso de leche y dejarlo a temperatura ambiente 24 horas. La temperatura ideal son unos 20º, si es superior se adelantaría el proceso y si es inferior se retrasaría. Si queremos leche más espesa sólo tenemos que incrementar la cantidad de nódulos o añadir más leche si nos gusta más líquida. Pasadas las 24 horas sólo tenemos que colar la leche con un colador de plástico para recuperar los nódulos y reutilizaremos el kéfir añadiendo más leche.
El kéfir se puede conservar en el frigorífico retardando su crecimiento y también se puede congelar, para congelarlo basta con lavarlo bien y guardarlo en un recipiente hasta que lo queramos volver a utilizar.
Los beneficios del kéfir se conocen desde hace siglos. Ayuda a reforzar las defensas del organismo. Proporciona todas las ventajas nutritivas de la leche con la ventaja de que es más fácil de digerir por lo que resulta un sustitutivo ideal para personas intolerantes a la lactosa. El ácido láctico regenera la flora intestinal actuando como un antiséptico natural limpiando el intestino de gérmenes patógenos. La leche kefirada tras 24 horas tiene un efecto laxante, pero si la dejamos durante 48 horas tiene el efecto contrario convirtiéndose en astringente.
En resumidas cuentas, el kéfir es una opción más de lo que puede considerarse una alimentación natural a nuestro alcance.
Gracias Malena, es tema muy interesante
buenas tardes
Un abrazo cariñoso
hola
No sabía yo que el kéfir tenía tantos beneficios. Hace muy poco que lo tomamos y nos gusta bastante.
Me ha parecido una entrada bastante interesante Malena ¡como todas las tuyas!
¡Besos mil!
Sí Cuca, a mí me encanta, tanto para beber como para tomarlo con cuchara. Está buenísimo y es muy sano.
Muchas gracias.
Un besiño 🙂
Muchas gracias Rosetta por dejarme tu comentario.
Un besito muy grande 🙂
Me acuerdo que una de mis tías le regaló parte de su kéfir a mi madre (hace años…) y qué curioso me resultaba entonces ver su aspecto y el cuidado que tenía para conservarlo bien. Es muy saludable, sí!
Un beso.
La verdad es que resulta muy gratificante cuidarlo y ver los resultados si lo dejas mas o menos tiempo en contacto con la leche. Incluso he hecho un queso fresco que está buenisimo. Si te gusta es todo un placer tenerlo en casa.
Un besito María 🙂